lunes, 13 de agosto de 2007

...estamos esperando que se nos caiga el techo encima

Día diez


Este día fue de completa claridad. El trayecto a San Juan Puerto Montaña fue increíble. Casi dos horas y media de subida y más de dos kilómetros de altura en un trayecto que, sin salir del municipio de Metlatonoc, me llevó por Chilpancinguito, que consta de alrededor de treinta casas a borde de camino y cerca del río. Cochoapa, que fue hace algunos años cabecera municipal (lo que hoy es Metla), San Miguel, Los Pinos, Tierra blanquita, que se encuentra en el desahogo de cuatro montañas y nos puede hacer sentir el frío más intenso de toda la sierra y se sospecha que lleva el nombre por el congelamiento que sufre en Enero, San Lucas, celebrando el día del santo patrono con la visita del obispo y lleno de chavos medio alocados, cholitos bastante agresivos que me recuerdan que no hace falta estar lejos para estar desubicado, basta estar joven. Finalmente después de haber pasado por montañas tapizadas por más de un kilómetro de flores silvestres de todos colores, San Juan Puerto Montaña. Dice n que en tiempos de menos bruma se ven los volcanes popo e Ixtla. Ahora creo los cuatro kilómetros sobre el nivel del mar.

Aquí hablan Tlapaneco. Utilizamos guías distintos, ya todos adultos. Fue diferente Estuve muy cansado durante todo el recorrido de encuestas, pero recibí las recompensas más gratificantes: la hermosa risita ingenua de más de cincuenta niños y niñas emocionados cuando capturé sus imágenes; sin embargo hubo una que me conquistó. Creo que esa es de las cosas que te marcan por dentro.

La contraparte es que me es muy difícil comprender la forma de vida tan sedentaria. Como dice un líder de los que nos guiaron “estamos esperando que se nos caiga el techo encima”. ¿será?

Falta comida, faltan zapatos, falta dinero; pero lo que más le falta es vida; hambre, pero no de la de la panza, de esa sobra; hambre de espíritu. Vida pues. Se que es contradictorio contar de la gente tan hermosa, de las sonrisas, de los niños, de los tatas y las nanas dándote las gracias. No les faltan valores, no. Me llena de tirria la cultura, la indiferencia, la calma.

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