lunes, 13 de agosto de 2007

La llegada

Llegué ayer después de 11 horas de viaje, seis completamente acurrucado (no le llamo de otra forma por no ser pesimista y decir que venía completamente arrinconado en un asiento trasero, atrás de un hombre de dos metros en un jeep que mide dos y medio). Pequeño Juan tuvo, por obvias razones que ocupar el asiento de copiloto. Intenté dormir y en fragmentos el cansancio de la graduación de mi hermano; que no me permitió dormir ni un minuto antes de emprender el largo viaje, me vencía pero era más el entumecimiento. Esta incomodidad sólo se me pudo olvidar hasta que conocí una mayor.

El viaje de Tlapa a Metlatonoc no rebasa los 60 kilómetros; pero no se puede hacer en menos de cinco horas. Es una accidentada brecha desbarrancada de la montaña con, no más de seis metros de ancho para ambos carriles. Me enteré allá que estos caminos tienen más de veinte años y sólo se han ido desgajando más conforme la lluvia lo exige, pero nunca se ha tenido la delicadeza de mejorarlos. Éste último viajecito me llenó de polvo hasta el último rincón del cuerpo.

Pues el sufrimiento comenzó a terminar sólo quince minutos después de llegar y conocer a los niños más lindos y sinceros que he visto en mi vida. Aquí en Metlatonoc vive gente.

No hay comentarios: